domingo, diciembre 25, 2005

Sé tú el cambio que quieres

La luz era tenue. Ella leía en su habitación, tumbada boca arriba y haciendo esfuerzos por no quedarse dormida. El libro no era aburrido, pero aquella postura y el cansancio acumulado no ayudaban a la concentración de Sofía.

Así que, pensando que en cualquier momento el sueño la vencería, soltó el libro y se incorporó de un impulso en su cama con el propósito de darle más vida a su día. No sabía qué hacer, hacia dónde ir o a quién visitar... pero tenía claro que salir de su casa sería la mejor opción para encontrar una nueva distracción.

Pasó por la cocina y se despidió de su madre dándole un dulce beso en la mejilla. Iba a... ¿hacer fotocopias?... sí, aquello serviría.

Cuando se encontró en la calle miró hacia la izquierda... hacia la derecha, ¿qué hacer?... en ese momento de indecisión una hoja otoñal golpeó suavemente su rostro. A lo lejos, una pareja de novios se acercaba con dificultades, pues las ganas que se tenían les impedían dar más de dos pasos sin mimarse. Sofía, a la que nunca le faltó imaginación para entretener sus horas muertas, se agachó rápidamente. Cogió aquella hoja sin vida y dispuso sus pasos en dirección a la pareja:

- Buenas tardes -dijo entorpeciendo el camino de los dos jóvenes- os cambio esta hoja por cualquier cosa que os apetezca.

Los dos intercambiaron miradas sorprendidas. Inmediatamente miraron la hoja y comprobaron que era una más de tantas que habían sido pisadas tras su paso en aquella avenida. Pero por alguna razón especial, esa hoja les había interrumpido su camino. La muchacha sacó inmediatamente de su bolso un lápiz y realizó sonriente aquel curioso intercambio- Gracias -dijo Sofía con un tono contundente y convencido, como si hubiese hecho el negocio de su vida.

Cruzó la calle y se dirigió hacia el parque. Allí, en un banco, observó una silueta... y hacia ella dispuso sus pasos:

-Hola, le cambio este lápiz por lo que usted me quiera ofrecer.

La mujer, bajó la revista, miró a la niña desconcertada y, tras unos segundos de incredulidad, le dio un calendario. Al agradecerle el gesto e irse, la mujer comprobó que un chico jugueteaba con su novia colocándole una hoja de un árbol en el pelo... en esto pasó la penúltima hoja de su revista y sonrió al ver que tenía un lápiz con el que realizar aquellos juegos.

Así fueron aconteciendo los curiosos intercambios: aquel calendario por una pluma, la pluma por una gomilla, la gomilla por un papel, dicho papel en blanco por el mismo dibujado... de pronto se cruzó en su camino un joven con un periódico. Ella le propuso otro intercambio y él sonriente aceptó. Arrancó la hoja que acababa de leer y le fabricó un sombrero de papel... el cual, más tarde, ella cambiaría a un viejo por otro objeto. Cuando ya iba anocheciendo ocurrió algo curioso... le ofrecieron como intercambio una fotocopia. - Creo que el juego ha terminado -pensó.

Por fin llegó a su casa. A pesar de la mirada incrédula de su madre por la tardanza, pudo demostrar que el propósito de su escapada fue hacer una fotocopia. Subió a su cuarto sonriente... había conseguido entretener su tarde. Miró por la ventana para agradecer a su barrio la participación en el juego al que sin saberlo aceptaron... y cual fue su asombro cuando, al abrir la cortina, vio a una niña con un sombrero de periódico, una muchacha que sonriente se recogía el pelo con un lápiz, un transeunte que miraba un calendario...¡el juego siguió!. El viento arrastró una hoja que vino a quedar sujeta a su cristal y mirándola atentamente pensó que, en realidad, el uso que le des a cualquier cosa la puede hacer, si cabe, aún más especial.

jueves, diciembre 22, 2005

¡Con la música a otra parte!

... y nunca mejor dicho, porque me voy con todos mis bártulos a mi ciudad (incluidas zambomba, guitarra y pandereta), volviendo al lugar de origen... volviendo a casa por Navidad.
Y en realidad no me parece nada lógico el establecer una época del año en la que limpiar nuestras conciencias por todos los demás meses que lo componen, pues este, para mi, es el próposito del denominado espíritu navideño: humildad, caridad, agradecimiento, bondad... pero ojo, ¡navideño!... ni otoñal, ni invernal, ni primaveral, ni anual... el puñetero espíritu es como los productos del supermecado, viene con fecha de caducidad.
Y quizá esa sea una de las cosas por las que la Navidad no me termina de convencer: hacer fotos a mi familia porque ahora sonríen, porque ahora se ríen... congelar este momento de alegría porque es una vez al año... y, que me dejen de tonterías y de refranes pasados... ¡que una sóla vez al año es de tacaños y pa´colmo, también hace daño!
Pero que no... no me quejo. Bien sonriente que me voy para mi ciudad :). Tengo dos semanas de vacaciones y me da que mis apuntes se llevarán bien con los rincones. ¿Que reina hipocresía?, ¿que reina falsedad?, ¿que se divide la familia? ¡a mi este año es que me-da-igual!... dejo mi guerra aparcada, pongo mis soldados a descansar... mantengo una mínima defensa... y para todo el mundo Amor y Paz, que este año ya voy bien despachada... ¡¡que este año yo me voy con mi mamá!!
¡¡Feliz Navidad!!

domingo, diciembre 18, 2005

Soñando despiertos

Los sueños, esa otra vida mental que siempre nos ha maravillado y nos ha creado tanta curiosidad. Verdaderamente, tener una vida paralela a la realidad y ser una existencia imaginaria resulta extremadamente inquietante. Párate a pensar, al menos un momento (lo que tardes en leer mi escrito ;)) lo mágico que es soñar: cada noche viajamos a otros mundos que poseen reglas diferentes a las nuestras, ¿cuáles? seguro que te suenan:

"Anoche soñé contigo, bueno... sabía que eras tú pero no era tu cara"

"... fue extraño, estaba en mi casa y al salir por la puerta de la cocina ¡aparecí en la playa!"

"Pues no me preguntes por qué ni cómo... pero yo anoche sabía volar"

Y son reglas que se cumplen, sí... porque nos pasan cosas absurdas e inimaginables en el mundo nocturno y seguimos soñando tan a gusto. Espacios que se curvan, coincidencias imposibles, marionetas que hablan, universos increíbles... Cada noche, en el fantasioso juego de nuestra mente, somos otros...
Tal vez soñar sea sólo eso, un juego que entretiene el alma mientras el cuerpo descansa. Hay veces que, sorprendentemente, fusionamos ambos mundos y de repente nos encontramos con un pié en cada uno... entonces hacemos alusión a la bonita frase de soñaba despierto.

Soñar despierto es como un paseo por ese otro mundo ilusorio que nuestra vida diurna se empeña cruelmente en olvidar (excepto cuando son pesadillas... prescindir de su recuerdo es todo un detalle).
Soñar es una fantasía tan lograda y tan real que a veces sientes miedo de verte aparecer dentro de ella o lo que es peor... de despertar.

Dulces sueños para todos...


miércoles, diciembre 14, 2005

... y que salga el sol por Antequera

Hace ya tiempo que mi vida va sobre ruedas...

...pequeñas pero resistentes, y más concretamente, sobre dos ruedas. Y no es que la vida me vaya especialmente bien (ni mal), sólo que de un tiempo a esta parte voy y vengo sin rumbo fijo. Mi destino depende del camino que unen esas ruedas, las mismas que sostienen a mi viajero armario, mi maleta.

Cuando era chica me encantaba subir a la buhardilla y ver los portaequipajes... "¡vacaciones!", pensaba sonriente. Ahora, sin embargo, mirarla no me supone ninguna novedad, ninguna ilusión... pues su uso, ya habitual, no tiene nada que ver con la diversión. Ahora las cansadas y desgastadas ruedas cumplen la función de unir dos mundos muy distintos... pero indispensables en mi vida. Uno me da libertad, el otro me oprime; uno está alegre y completo, el otro triste y vacío; uno es enorme... pero a veces me estruja, el otro es pequeño... pero a veces me da alas y cuando no vuelo, sencillamente, nadie empuja.

Y podría coger mi petate y mudarme definitivamente al mejor... o, en caso de dudas, ayudarme de la inclinación de una balanza que me facilitara una determinación...
El problema está cuando esos mundos se intercambian, cuando no sabes cual es cual... cuando coges la maleta, te encuentras en mitad del camino y angustiosamente te preguntas hacia donde andar... en qué lugar estacionar.
Al fin decido formar parte de ambos mundos, pues en cada extremo encuentro un motivo para volver. Al fin asumo este vaivén al que me somete la vida, pues por ambos mundos hoy Mayka es quien es... al fin decido no prescindir de ninguno.
Y... sencillamente, porque el supuesto repartidor de destinos no me dio a elegir (mala idea la suya) aquí nos encontramos mi compañera de viaje y yo, disfrutando periódicamente de cincuenta y pico kilómetros de paisaje que al fin y al cabo, te dan alguna que otra satisfacción... unos cuarenta minutos para la meditación y unas cuantas admirables puestas de sol.

viernes, diciembre 09, 2005

Les Amants, Magritte

Ante la disyuntiva de si esta pintura me transmitía buenas o malas vibraciones... os la dejo a vuestra libre interpretación, ¿qué os sugiere?

miércoles, diciembre 07, 2005

¡Por unos campos más verdes!

Nos conocimos hace ya varios años...

Recuerdo que en aquel primer encuentro me quedé mirándola fijamente, intentando hacerla hablar sin cruzar palabras... se tornaba francamente complicado.
¿No sucede a veces, cuando conocemos a alguien, que algo dentro de nosotros nos convence de que a su lado hay mucho que aprender y que ofrecer? Supongo que un sentimiento similar me surgió al verla. Quería tratarla y no sabía muy bien cómo. Así que, un día, decidí que sería bueno ir con ella a clases, puesto que con un orientador de por medio nuestra relación se enriquecería.
Y así fue, comenzamos a escuchar nuestras voces. La suya siempre me pareció más bonita y afinada que la mía. Con el paso del tiempo, escucharla se me hacía cada vez más agradable y, aunque a veces la hiciera equivocarse, siempre tuve presente que la culpa era mía, puesto que sus coversaciones con otras compañías, como cuando ella y el profesor se entendían, llegaban a ser casi perfectas.
Pero vino a ocurrir lo esperado. Aquella monotonía de ir juntas a clase se fue convirtiendo cada semana en una obligación y sólo me bastaba pensarlo para que me surgiera la desgana. Ese deber se convertía en un compromiso que dejaba atrás la necesidad. Así que, equivocadamente, decidí no seguir aprendiendo junto a ella y disfrutarla tan sólo cuando las ganas me insistieran.
Le fallé... y me fallé. Y sin embargo, ella nunca rechazó mi compañía... ni lo hará. Cuando no la he necesitado me ha esperado; cuando he pasado malas ratos me los ha alegrado; cuando he tenido ganas de risas me las ha aumentado; Madre mía... ¡¡de cuantas habitaciones distintas nos habrán echado de lo que juntas armamos!!
A pesar de la de golpes que se lleva por mi culpa, sabe que es uno de mis delirios, porque... fíjate, le da igual estar varios meses en un ricón, llena de pelusa y olvidada, sólo basta que digan en el tiempo que en Andalucía hay escasez de agua... para que nos busquemos y nos pongamos juntas a invocarla...