Quizá porque he sufrido tantas equivocaciones de decisiones que no me pertenecían que, ahora que soy responsable de ellas, no sé decidir.
Tengo miedo a cometer errores, cualquier error. Mis respuestas no suelen ser Sí o No, sino Tal vez... y esto crea tal inestabilidad a mi alrededor que, por más que me escuchen, no me entienden. Lógico. Las indecisiones siempre van seguidas de explicaciones que sólo se encargan de adornar y complicar la intención.
Siempre fui cobarde y admiro enormemente a las personas de ideas claras. A veces pido comprensión a mi indecisión pero no la consigo. No pido un beso exagerado que me deje sin aliento, sino una sonrisa incontenida que me provoque otra mayor... que con una mirada cómplice me vale. Pero no es fácil, conmigo no lo es y lo sufro y lo siento. Porque si necesito cariño no lo voy a pedir... lo voy a esperar, y si no llega entonces me voy a desesperar, y en la desesperación lo echo en cara, y cuando lo echo en cara entonces ya no admito el cariño... y yo, conmigo, a veces, pues lo paso mal.