Y después del cierre, la carta de ajuste, con ese pitido tan impersonal e insultante que nos decía siempre "acuéstate pequeña, que la tele no va a darte nada más por hoy, no más sueños sino los que tú produzcas por tu cuenta".
Pues eso. Acabó el tiempo de la programación, llegó la despedida y el cierre...
Todo un placer.
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